Ángel Santiesteban: juicio después del juicio
La cuestión es castigarlo por las sospechas despertadas por su sentencia, desbaratarlo para que no alcance a ser bandera del enemigo.
Hace dos días, en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y con la intención de denunciar la violencia machista, ocho escritoras hacen un llamamiento público a propósito del caso del escritor Ángel Santiesteban, acusado de violencia de género, condenado a cinco años de prisión y recién encarcelado.
Se solidarizan con la exesposa del escritor, ya que han circulado notas de apoyo a Santiesteban que rebajan los hechos a simples riñas domésticas y le achacan a ella invenciones o demencia.
Esas notas ponen en entredicho un procedimiento judicial que las firmantes del llamamiento defienden en toda su pureza: el acusado fue juzgado por lo ocurrido entre él y su exesposa, sin intromisión de matiz político alguno.
Ellas, sin embargo, equivocan la fecha de despegue de la campaña que hacen. Habilitan una dirección electrónica, reclaman adhesiones al llamamiento, y no es el Día Internacional de la Mujer lo que en verdad celebran, sino, en todo caso, el Día del Trabajador Jurídico. Porque dicen defender la suerte de la exesposa de Ángel Santiesteban (a la que nunca llaman por su nombre), hablan por las mujeres que sufren violencia machista, pero su mayor preocupación es lo inobjetable del aparato de justicia.
No es extraño entonces que vengan a indignarse cuando ha pasado el juicio y han dictado sentencia. Y es que ellas, antes que a lo ocurrido entre acusado y acusadora, reaccionan a las críticas hechas al proceso judicial. Su indignación va contra esas notas que apoyan a Santiesteban. Su objetivo es exorcizar el peligro de que esas notas se conviertan en campaña política contra el régimen.
La efemérides, el detalle de que todas las firmantes sean mujeres: trucos en pro de verosimilitud o de sensiblería. Los derechos de la mujer, el mejor de los pretextos. Convocan a ese ejemplo cercano, el de Santiesteban, no por hacer visible lo extendido de un fenómeno, sino para que toda la violencia machista incida en su caso. Y entonces poder exigir, después de una sentencia judicial, todavía más intervenciones: "Las instituciones y organizaciones cubanas deben pronunciarse sobre este caso en particular y también acerca de la violencia contra la mujer en nuestra sociedad".
La cuestión es abrirle otro juicio a Ángel Santiesteban. Castigarlo por las sospechas despertadas por su sentencia. Desbaratarlo, para que no alcance a ser bandera del enemigo.
Sandra Álvarez, Marilyn Bobes, Luisa Campuzano, Zaida Capote Cruz, Danae Diéguez, Laidi Fernández de Juan, Lirian Gordillo Piña y Helen Hernández Hormilla, firmantes del llamamiento y convocantes de más firmas, cumplen así lo que tanto negaran: la intromisión de la política en el caso. Consideran al sistema judicial más allá de toda crítica y, sin embargo, se atreven a discutirle la decisión final y el turno último de castigo.
Uno lee los nombres de estas ocho escritoras y se pregunta qué habrán podido sacar de ciertos libros tremendos sobre la justicia. Kafka, por ejemplo. Dostoievski. Job. Los habrán leído para hacerse peores personas, para no entenderlos.
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